Hoy se subió al estrado y ha puesto firmes a todos. Hoy de nuevo ha demostrado que para salir airado... hay que aguantar al mono. Y después de tantos años ya casi nada le enerva, conduce bien al rebaño con sus vocablos de maño y enamora a la caterva. Y en el último peldaño se siente un coacher huraño como aquel rey de la selva. Y entonces llega a su casa y arroja su maletín, allí se apoltrona y descansa encima de su cojín, y advierte unos ojos con guasa en rostro de querubín. Y repara en que no sabe nada, y que esta vida cretina vale solo por las babas que este viejo tragaldabas, mientras ella le miraba, soltaba por las esquinas. Y con la cabeza agachada hacia la niña se inclina, Y le dice:¡Te esperaba, tú debes de ser Cristina!
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