
Corría, creo, el mes de enero del año setenta y siete, y un futuro marinero… empezó entonces primero trabajando de grumete, Entraste siendo un niño y te subiste a la vela, y te ganaste el cariño, los abrazos y los guiños de aquella buena de Adela, Hoy eres un ducho almirante que por fin ya se licencia, tienes un trato elegante y siempre fuiste el garante, con tu bendita paciencia, de enseñar al principiante, con tanto cuidado y arte que es imposible olvidarte, pues sería una insolencia, Tienes un don extraño que hoy día ya no se estila: reprender sin hacer daño, y elogiar sin un engaño con un aje que te rilas, Y ahora es Mateo el que toca, mientras yo me voy al lavabo, … y con el alma bien rota me echo colirios y gotas a ver si el cliente no nota que hoy el día es más aciago, Porque nuestra chirigota amaneció hoy medio rota y ya te extraño, Guayabo.